miércoles, febrero 07, 2007

A mis padres intelectuales



Me parieron un par de periodistas en el año 98 del siglo pasado, ambos liberales, capitalistas, intelectuales y lujuriosos. Mis padres, me enseñaron que no importa cuanto quieras a una persona a los 18, porque sólo formara parte del 10% de tus recuerdos.

Me metieron por los ojos a Anaís Nin, a Henry Miller, el Village newyorkino, las islas griegas y su resplandor perfecto, lo difícil que es ser auténtico al escribir y también al amar.

Me indujeron el amor al vino, me enseñaron cómo y con qué se toma la ginebra, que José Saramago se merece el Nobel y que Naguib Mahfouz aún más, que las lágrimas más tristes son las matutinas, y que el octavo mandamiento es guardar las apariencias.

Les agradezco a Marguerite Yourcenar—todavía leo y lloro a Adriano--, lo bueno de los brunch dominicales y de perseguir putas en el Rosal, lo absurdo de las ilusiones y la fuerza que nos dan para seguir adelante.

Me dieron una familia llena de amigos bandidos, extraños e imperfectos. Ella inicio mi amor a la escritura y el me explico suficientemente porque las mujeres siempre seremos inútiles al jugar ajedrez.

Los extraño muchísimo, sobre todo nuestras tertulias literarias que siempre devenían en nuestro estado civil erótico—¿que importa si estás casado si no tiras?.

Sé que para tratar de sacarme esa tontería del amor, me contrataste a aquel pasante, para hacer divertidas mis tardes; yo todavía era inocente y por eso para mí no fue suficiente. Me enseñaste a devorar con regocijo cada plato japonés y a ser toda una experta en el uso de palitos—cuando no era moda, sino todo un meme gastronómico-- Gracias Mamá

Papá eres periodista y sastre, ¡que combinaciones las tuyas¡, ¿acaso porque cosías dejabas de sentirte tentado por la computadora?, ¿cortar las telas te quitaban esa sensación perfecta que dejan las teclas cuando uno las golpea?.

Diez años después los extraño mucho mucho, pienso otras cosas, me apasiona el vino y he heredado muchos de sus gustos, los puedo confrontar con respeto en algunos temas, he madurado más de lo que creer. Yo sé que seguiré siendo su niñita.


Los extraño.

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