viernes, febrero 09, 2007

¡El borde erotizante de tu presencia!



La distancia entre el deseo se encuentra en un beso. Huelo tu aliento y me freno como una yegua de team penning, intentando que las bridas no ahogen mis ansias por devorarte en pleno, como si tu fueses una ostra y quisiera absorberte por completo, de un solo suspiro.

Tenerte cerca me crispa, me enajena, me siento a punto de desbocarme y desobedecer de una vez por todas al jinete de la conciencia. A veces, me basta verte venir, con tu andar desenfadado, con tu sonrisa ladeada para presagiar que habrá tu piel pronto, que habrá deseo cerca.

Con tu piel no es diferente, rozarte es recordar cada sacudida, llena de explosiones como los fuegos artificiales, llenas de picardía o inocencia, no importa, pero estás allí despertando hasta la ultima dendrita, hasta penetrar en mis feromonas adormecidas por un día que no termina y una noche que se aleja.

En oportunidades solo las horas marcan la partida para correr a tu encuentro, para saberte allí esperando por mí en esa esquina, en plena explosión social de chinos, negros, colombianos y trinitarios, gordas, flacos, enanas y altos. Pero siempre estas alli, esperando que yo aparezca con la emoción de la primera vez.

Siempre son primeras veces las que te encuentro, siempre me das algo nuevo, un nuevo brillo de tus pupilas, un nuevo suspiro de impaciencia, un nuevo tono de tu voz, una nueva forma de besarme con tan solo mirarme.

Para acariciarte cierro los ojos, para amarte los abro, para fijar en mis pupilas un nuevo renacimiento de caricias y deseos, de besos y nuevas sensaciones. Ay de esos ojos tuyos que me miran y me miran, ay de tus manos que se pierden en mi y encuentran todos los caminos en el momento indicado. De los temblores, de los quejidos te lleno y tu te regodeas en el maravilloso placer que encuentras en ellos.

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