jueves, enero 25, 2007

Del cuento de cuánto ganas y que feo eso de tener una camionetota

DEL CUENTO DE CUÁNTO GANAS Y QUE FEO ESO DE TENER UNA CAMIONETOTA


No sé si comenzar por decir que en Roma, por aquello de respetar y proteger a la administración pública las magistraturas (el ejército funcionarial que hizo funcionar el mocho de Imperio ese!!!); eran totalmente ad honorem.

De hecho, ni soñar con eso de sueldo mínimo, cestatickets, carruajes pagados por el estado con caballos sevillanos, ni togas compradas en Clement´s, ni nada de eso. A los romanos eso de la cosa pública les parecía sagrado. Por eso, en la vida militar aprovechaban para saquear de ser necesario, porque en casa, nada de nada.

Que si progresamos, que si no, que si primero fue el fiscus, que daba al Princeps Emperator una autonomía financiera envidiable, y el aerario eso sí era de todos: Los romanos, eso sí (excluir por favor,a los latinos veteres, junianos, dediticios, esclavos, bárbaros, artistas y gladiadores, niños de la calle ¡ah perdon, eso es más moderno!).

La cosa es que avanzada la romanitas, la edad media, los reyes sol, luna o como quiera que sea; aparece un movimiento, un sentimiento, un crisol llamado revolución (no cierres sigue leyendo que no es lo que crees); la revolución francesa y con ella, los justificadores pues!!!, que nunca pueden faltar, porque toda acción merece un esfuerzo cognitivo de parte del jalabolas designado para tal fin.




El caso es que Emmanuel Siéyès, escribió un fulano panfleto denominado ¿Qué es el Tercer Estado?, y en ella incluyo el tema este urticante de los privilegios.

“Se ha dicho que el privilegio constituye una dispensa para quien lo obtiene y un desaliento para los demás. Si ello es así hemos de convenir que lo privilegios constituyen una desafortunada intervención.” [1] Dejando mas claro lo que va a definir la esencia y consecuencias del privilegio.

“Todos los privilegios sin distinción alguna tienen por objeto dispensar de la ley u otorgar un derecho exclusivo sobre algo que no esta prohibido por aquella. Así pues la esencia del privilegio es hallarse fuera del derecho común...”[2]

El caso, es que panfleto revolucionario o no, la finalidad pedagógica última era decirle a sus conciudadanos “Señores, olvídense del Tango, muerto el Perro se acaba la rabia”; Golpeó entonces la autoridad ¿moral? del estamento monárquico, gritando a los cuatro vientos : “Ubíquense porque el rey es jarrón chino, los que mandan son los cortesanos, que no sólo se cogen los luises, sino que además se los reparten”.

Bueno, bueno, mucha paja. Que si no ganes tanto, que tanta plata es mala, que una camioneta donde te quepa toda la familia con aire acondicionado y pintura nuevecita es demasiado asqueroso, que si las camisas Lacaste que tanto te gustan, que las uses al menos 6 veces y no las botes tan rápido, que si los cohiba (que ahora subieron por culpa del Capitán Impuesto) que son tan chic; que coño la champaña pa` los quince años de la nieta, que en este apartamento que compró mamá ya no caben los muebles nuevos.

Y toda esa paja, sin contar los escoltas, los celulares, las cenas y los almuerzos, la comisión, la mordida, el viaje al Doral, ¡que eso va a desaparecer por decreto por Decreto!.

El problema con los nuevos intelectuales, con los analfabetas lectores, es que descubren un libro y descubren el mundo. ¡Lástima que algunos sólo se regocijen en un único autor y en una única época!.

Por mí que ganen sus 30 millones, sus 40 o sus 50, porque si así roban, si los dejamos en sueldo mínimo, nos traspasan el país.
[1]Ensayo sobre los privilegios. SIEYES, J. E. Vease en ¿Qué es el Tercer Estado? Colección Austral. España, 1991.
[2] Ìdem

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