Aeronave más pesada que el aire, provista de alas, cuya sustentación y avance son consecuencia de la acción de uno o varios motores
El 17 de diciembre de 1903, cerca de Kitty Hawk, en Carolina del Norte, EEUU, los hermanos estadounidenses Wilbur y Orville Wright realizaron el primer vuelo pilotado de una aeronave más pesada que el aire propulsada por motor.
El avión fue diseñado, construido y volado por ambos hermanos, quienes realizaron dos vuelos cada uno. El más largo fue el de Wilbur con 260 metros recorridos en 59 segundos. Al año siguiente continuaron mejorando el diseño del avión y su experiencia como pilotos a lo largo de 105 vuelos, algunos de más de 5 minutos.
En 1905 llegaron a recorrer 38,9 kilómetros en 38 minutos y 3 segundos. Todos los vuelos se realizaron en campo abierto, regresando casi siempre cerca del punto de despegue.
El 26 de enero de 2007 en la subida del perro flaco, dirección La Vega, Caracas, Venezuela, escuché por primera vez la palabra aeroplano para designar a un auto de alquiler que se niega a subir más allá de su propia valentía.
Los aeroplanos modernos no suben cerros y de allí su significante. Entonces, en las líneas, los coordinadores de ruta te obligan a hacer dos colas, una para los que viven “abajo” y otros para los que viven “arriba”.
Seguro que a estas alturas temen que me vea imbuída en un debate socio-filosófico de que la lucha de clases, pero no, sinceramente es una crónica sencillamente filológica.
Me puse en la fila de los de “abajo” y esperé que llegara un carro pronto, el frío apretaba y desprendía las intenciones de mi chaqueta. Había un carro de perros calientes que ofrecía cervezas bien frías, una fila—o banda—de mototaxistas, otros tantos que como yo querían dormir y unos perros vagabundos que pretendían robarle a la basura pequeños trozos de comida.
Llegaron dos taxis, esos sí subían, se adelantó entonces la cola de al lado, subieron y arrancaron dejando atrás su olor a humo y gasolina quemada, sus puertas roídas, sus parabrisas estrellados.
No se chequea uno para subir a un aeroplano, ni revisan el equipaje, no existen aeromozas que hagan señas desesperadas mientras uno bosteza, sencillamente existe un malibú, que hiede a naftalina, que suena a vallenato.
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