lunes, abril 23, 2007

Verrrde con el Toro

Dedicado a los 9 corazones angustiosos y palpitantes en la manga


Desde la primera vez que subí a una talanquera la pasión del coleo rebosó mis venas; el galopar de los caballos, los jinetes apartandose, ir tras el animal de 400 kilos y retumbar escuchando pasajes de gabanes me trastornó totalmente.

Este fin de semana me inyecté una sobredosis de toros coleados, no sé que extraña compulsión me hizo cambiar un tranquilo weekend de cine o playa, por la arriesgada idea de montar un kiosco para vender jojotos.

De lo sublime a lo ridículo, una semana atrás estaba totalmente embelesada por Dionisio en una cata en su honor en Galipán y siete días después me encontraba en el mercado mayor de Coche regateando precios con tipos que desayunan una arepa de chicharrón y 3 cafés con levitra.

Cargar seis sacos de maíz listo para ser pelado no puede ser más grotesco o más venezolano; entender que las fabulosas mazorcas vienen con hoja, tusa y gusano incorporado seguramente no le cuesta a un hombre con inteligencia promedio; al parecer las secuelas de mi accidente me secaron las neuronas y eso tan obvio no lo entendí.

Llegar el sábado a aquel tierrero espantoso, encontrarme en un tarantín de 12 metros cuadrados al que pretendí llenar con unas ollas mondongueras, unos banquitos de plástico, dos mesas y una cocina prestada me hicieron volver a la realidad. ¿en qué coño estaba pensando cuando se me ocurrió invertir mi tiempo y mi dinero en esa mierda?

A medida que pasaba la tarde del sábado, me sentía como una cajera de Mc Donald´s, entendí perfectamente porque los vuelves “locotas”, cuando les pides que al combo 1 le quiten la lechuga y al combo 3 no le pongan salsa. Lo mismo que si les pagas un refresco con un billete de 50 mil—próximos a la extinción por cierto—

Después de la primera jornada, la fricción de caballo se adueño de mi espalda, aquel cansancio inhumano me lo había buscado, pague por el y además pretendía disfrutarlo.

Pasé hambre porque al mirar cuanta tierra lleva la comida que venden en la manga, entendí que algunas cosas sólo son encantadoras cuando las miras de lejos, cuando vas de pasadita. Tanto soberano, tanto polvo, tanto peso, tanto cansancio corporal y anímico no se puede sobrellevar con el animo de quien piensa que por un fin de semana puede ser un buhonero.

Después de este fin de semana renuncio formalmente a los empleos informales, a los tarantines folklóricos, a la locura momentánea, a los mercados mayoristas, a actuar sin reflexionar…y se vino el toro.
Pero la pasión sigue allí..."ay mi gabán, mi gabancito yo también sufrí bastante cuando se fue mi amorcito"




2 comentarios:

Nelson Castro dijo...

Hola soy nelson me dejastes un comentario en mi blog "el arte de la cocina" acerca del uso del agar agar, me dices que qieres probar hacer los caviar de remolacha que hice...
escribeme a neljoca2005@hotmail.com ese es mi correo para cualquier duda que tengas.

saludos

Anónimo dijo...

Hola como se llama esa cancion quien la canta ah? ay mi gabán, mi gabancito yo también sufrí bastante cuando se fue mi amorcito